
Ayer.
Ayer lloré de recordar una perdida que en ese entonces no lo era, ayer sentí mayor valentía que nunca de la escritura, ayer no leí nada y me mantuve de luto severo entorno a eso que llaman literatura. Ayer 28 de abril hace algunos años atrás fue un día especial y no-especial fue nacimiento de una leyenda. Chileno-mexicano-español en otras lo han tildado hasta de argentino, pero como una vez el mismo dijo que la patria de un escritor es su lengua (años más tardes se retractó) pero uno sólo el pasaporte. Ayer me sentí un detective salvaje recorriendo los desiertos de sonora al ritmo de pink floyd y en busca de la literatura en la literatura, de la escritura como escudo y la lectura como casa en noches de hambre. Insoslayablemente recuerdo a Roberto como un amigo, un hermano, un compañero (en dualidad por lo del comunismo y también por su vida), lo recuerdo cercano, afable, inextricable en ocasiones en otras un simplista de situaciones, lo recuerdo y lo traigo a mis recuerdo como un compañero fiel que en momento en que yo andaba con la soga al cuello y esperando dar con una viga en cualquier momento me atrajo a la tierra nuevamente, si quizá una tierra más desierta que aquellas de sonora pero un piso en que pisar se agradece en situaciones como aquellas. Ahora en estos momentos lo siento tan cercano. “llamadas telefónicas” fue la puerta que me inicio en su literatura, en su lucha y en su sentir, después todo sucedió rápido y sin por menores leí todo lo que encontré acerca de el ahora puedo decir con incertidumbre que conozco gran parte de su obra y de las respectivas criticas hacia esta misma.
Por qué con incertidumbre porque literatura como aquella nunca se conoce del todo y nunca se aprecia del todo es como mirar el cielo en noches estrelladas o contemplar la lluvia en invierno o simplemente tratar de bosquejar las olas del puerto que aún añoro. Es infinidad en eterna expansión imposible cuantificar y difícil de hacer análisis cualitativos puesto que hay patrones que no alcanzan y cifras que no sirven cuando todo en su obra tiende al infinito en eterna expansión y contracción. Después de digerir sus obras sentí valentía y pena. Entender esta situación sólo es posible cuando has leído y entendido cuan frágil es la vida y cuan más frágil es cuando cómo diría Roberto “La literatura se parece mucho a la pelea de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái: pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura”. En el día que pasó inherentemente estuviste en mi memoria no sólo como escritor-personaje-persona-compañero-amigo sino también como mártir, héroe y en especial un fiel compañero de mis días-noches que se convierten en semanas de soledad y desolación. Qué más puedo decir sólo que gracias a ti tuve la valentía para comenzar a publicar y dar con el segundo oficio de los escritores que es el de cazador que si a priori a ti estaba en mi lo de escribir nunca y esto lo digo de manera más tácita que literal llegó gracias a tu ejemplo de vida.
En estos días que ya hace un tiempo se han convertido en semanas, meses y en años se ha comparado mi escritura por unos pocos que la han leído primero se me dijo que escribía como Parra sin si quiera alguna vez a ver leído a este antipoeta, lo leí y si encontré que era bastante símil en ciertos puntos lo cual me dejó totalmente preocupado. Después del primer cuento por el cual recibí dinero hace como un mes atrás me dijeron que era algo muy parecido a Elroy me volví a asustar de no estar convirtiéndome en un escribidor, qué hice fui y digerí cuanto pude de Elroy y me di cuenta que no era parecido sino más bien era el mismo enfoque literario. Pero en fin siempre pueden existir comparaciones y eso ya no me preocupa yo me acuesto tranquilo de saber que lo que hago es mío y de unos cuantos lectores.
Por otro lado nunca me han comparado contigo si así fuese gustoso estaría de decir gracias por dicho honor pero lamentablemente no soy lo suficientemente bueno ni lo suficientemente detective.
Prendo un cigarrillo mientras termino estás líneas y repaso cuanto quise escribir y cuanto no quise y quedo plasmado igual acá. Miro en la pared frente a mi escritorio y pienso en Rodrigo Lira y su “Grecia 907, 1975” a mis espaldas "2666" del Jorge lleno de hojas con notas, me tengo que duchar tengo clases a las siete y perdí un libro de la biblioteca el cual tendré que pagar. Te envío esta carta esperando pronta respuesta de tu parte. Se despide un amigo que nunca conociste pero yo a ti si. Roberto Vega-Sotelo.
P.D: Quizá pronto visite a Lautaro y salgamos a tomar algo por aquellas calles de ese pueblito con olor a Valparaíso donde te encontró la distancia por lo menos física.
Un cordial abrazo y muchos cariños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario